Luis Daniel Córdova / Enviado Especial Estados Unidos
El fútbol argentino eliminado del Mundial de Clubes. River Plate y Boca Juniors dejaron Estados Unidos con pena y sin gloria.
El cuadro “millonario” perdió 2-0 con Inter de Italia en Seattle, pese a poner actitud, ganas pero no efectividad de cara al arco de Sommer. Muy pobre de mitad de cancha para adelante, no hubo demasiada generación de fútbol, le faltaron sociedades a Franco Mastantuono.
River Plate no perdió su chance de estar en octavos de final en este compromiso con los italianos, la perdió tras la igualdad con Monterrey de México. Nunca pudo ser eficaz de cara al arco, salvo en el duelo con Urawa donde puso un 3-1 lapidario.
El cuadro del “Muñeco” Gallardo no puede tener solo a Facundo Colidio como carta de gol, porque Miguel Borja, está con una sequía que parece una enfermedad crónica. Lo mejor de River, el aliento de su gente, algo del Huevo Acuña. Bien Franco Armani hasta antes del segundo gol de Bastoni, luego el bloque defensivo con el chileno Paulo Díaz. Sin embargo, falló en la marca para el primer tanto de Esposito.

Inter fue regulando la cargas, sobre todo en el segundo tiempo donde enterado que goleaba Monterrey, tuvo que salir a buscar la victoria. Lautaro Martínez pudo marcar hasta en dos oportunidades. Una pegó en el poste y la otra fue salvada por la zaga central millonaria. En conclusión, un justo ganador el subcampeón de Champions League.
BOCA DIO PENA…
Por otro lado, el tema Boca Juniors es peor que lo sucedido con el compadre. Empezó con toda la garra y agresividad ante Benfica de Portugal. Fue un 2-2, que pudo ser victoria sino aparecía Nicolás Otamendi.
Luego el Bayer Múnich le ganó cerca del final tras un 1-1 transitorio de Miguel Merentiel. El error defensivo ante los bávaros fue gravitante. Porque la derrota resquebrajó el ánimo y ganas de levantar.
Por último, el papelón y vergüenza fue ante Auckland City. Un empate contra el semiprofesional cuadro neozelandés que había recibido 16 goles (Diez del Bayern y seis del Benfica), es decir. Un empate con sabor a mancha negra, como aquella eliminación en la fase previa de Copa Libertadores de América.
