El indestructible REAL MADRID clasificó por PENALES ante ATLÉTICO tras PERDER 1-0 en LOS 90 de juego. El ONCE del ‘CHOLO’ falló DOS REMATES y liquidó RUDIGER para el MADRID

Por Luis Daniel Córdova

Luis Daniel Córdova

Drámatico final y emotiva clasificación de Real Madrid a Cuartos de Final en un Derbi para alquilar balcones. Fue por penales 4-2, después de caer 1-0 en los 90 minutos, fallar Vinicius Júnior un penal y soportar la tensión de los alargues. Sin duda el pueblo madridista recordará por siempre este Clásico de Madrid, por la forma como se fueron dando los hechos y sobre todo, la definición de penales, con el corazón en la mano.

La herida sigue abierta y el campeón sigue en pie tras una eliminatoria agotadora, resuelta en el esprint de los penales, digno epílogo del drama que se suponía. El Madrid regaló al Atlético a los 29 segundos, tras festejo de Conor Gallagher con servicio del argentino Rodrigo De Paul. Vaya baldazo de agua helada para Carlo Ancelotti. Después falló un penal a los 70 que pudo sentenciar la serie Vinicius Júnior y, pese a su mejoría, no le dio para resolver el pleito antes de la tanda fatídica. Ahí volvió a salirle cara. La supervivencia también es parte de su leyenda.

Atlético fue lo que le gusta a Simeone, un equipo que quiere tener razón en el fondo sin importarle demasiado la forma. Supo esperar, protegerse, y disfrutó de las mejores oportunidades, la mayoría producidas por Julián. Alvarez, un futbolista de poca participación, pero de apariciones estruendosas. Un gol antes del primer minuto facilitó su hoja de ruta. No pudo ir más allá y acabó cayendo en un final épico. Ahí el Madrid es indestructible.

Al gol relámpago le siguió una interminable sucesión de pases del Madrid a ninguna parte. Para eso quizá había puesto Ancelotti a Modric, en una especie de vuelta a los clásicos. Tarde, inesperadamente, quién sabe si por las molestias recurrentes de Camavinga, por sus últimas distracciones, o simplemente por indicación de un sexto sentido, el de la prudencia, entregó el partido al capitán blanco. Era la primera vez que repetía titularidad en la temporada un jugador con el que el madridismo se siente seguro. Conviene no pecar de edadismo con él, porque no ha dado motivos para ello.

Atlético se defendía cómodamente, sin más sobresaltos que las ocurrencias de Vinicius sin compañía. En una de ellas, su centro tocó en la mano de Giuliano ya dentro del área. Para Marciniak no había distancia suficiente entre tronco y extremidad como para quebrantar esa ley que ahora es un junco. Atlético pudo encontrar el segundo dos veces Julián Alvarez, que es agente libre. No necesita de nadie para el gol. Lo rondó primero con su disparo alto y cruzado que exigió mucho a Courtois a mano cambiada. Y volvió a tentarlo después, en un remate con menos ángulo que le cerró el meta belga. Un Atlético atentísimo no toleraba más. Y ganaba todas las pelotas en disputa, incluso en área contraria. De esas no cazaba una Mbappé, encerradísimo, ahogado, impreciso. Y no estaba mejor Bellingham, sin nervio y sin profundidad. En cambio, De Paul era un gran hilo conductor de su equipo en las contras, que eran contadas y muy medidas, sin posibilidad de sorpresa en la vuelta.

En el complemento, Valverde Camavinga pasaron a ser los pivotes. Y de pronto, se abrió el partido para el Madrid gracias al empuje del uruguayo. En la primera jugada en que Mbappé tuvo espacio, limpió a Giménez y fue derribado claramente por Lenglet. El penal lo pidió Vinicius y lo mandó a la tribuna. El error fue un factor de agitación en el partido. Por primera vez el Madrid se puso a la altura de Atlético en intensidad y empezó a rondar el área con más intención. Para entonces el partido estaba quebrado por la fatiga de ambos. Ya se sabía que la eliminatoria sería extenuante. El momento justo para que cambiara su ataque Simeone: Correa y Sorloth. La prórroga era irremediable.

Ahí se intercambiaron ocasiones (Correa, Sorloth, Brahim, Valverde) con un Madrid más fresco y mejor, especialmente en la segunda mitad del tiempo extra. No le alcanzó y la puerta de los cuartos fueron los penales, llenos de crueldad. Falló dos el Atlético, uno por doble toque de Julián Alvarez, que se escurrió al golpear el balón y su golpeo de derecha también tocó en la izquierda, y solo uno el Madrid. Rüdiger, como en Mánchester, anotó el último y Simeone volvió a estrellarse en su techo de cristal.