Luis Daniel Córdova
Su presente futbolístico hace de Bayern Múnich el mejor club de Europa. Y eso lo demostró en el Parque de Los Príncipes de Francia para liquidar 1-2 al actual campeón de Champions League: PSG.
Se podría hablar de fútbol, vértigo y contundencia del equipo de Vincente Kompany que tuvo en Lucho Díaz, el hombre clave del primer tiempo. El colombiano apareció con Olise para destrozar el fondo parisino y decir presente con un doblete. Hasta los 32 minutos era la figura pero se fue expulsado al terminar el primer tiempo.
PSG de Luis Enrique con Dembélé en algodones y sin Doué, no estuvo nunca tan sometido como en todo el primer tiempo. Kompany ha creado un rodillo, una máquina de destrucción masiva que, además, sabe sufrir. Sin embargo, la expulsión de Lucho Díaz al borde del descanso, cambió por completo la contienda.
El partido fue una oda al fútbol total del Bayern. De ida y vuelta sin freno. Le faltaba poner en jaque al campeón de Europa en su casa para ser nuevo rey. Al PSG le salió todo mal. Entró dormido y Luis Díaz, que sería protagonista minutos después, aprovechó un rechace de un disparo de Gnabry para silenciar París. Del ruido al silencio. Del silencio al bullicio con el gol de Dembélé, que empató la contienda, pero estaba en fuera de juego. El francés, inexistente hasta entonces, pidió el cambio y se marchó a los vestuarios.

Lucho Díaz con su doblete y expulsión fue protagonista en la noche bávara de París.
Fue la única vez que el PSG pudo mirar a los ojos al Bayern antes del descanso. El dominio de los de Kompany fue aplastante. No negoció ni un esfuerzo, como si todos los balones fueran los últimos. Hasta Marquinhos fue humano y le dejó en bandeja a Luis Díaz el segundo. El partido parecía finiquitado, hasta que el colombiano, se autoexpulsó al borde del descanso tras una dura entrada sobre Achraf.
El partido se equilibró. Aunque Luis Enrique no juegue nunca con delantero centro, recurrió a Gonçalo Ramos para que le sofoque el incendio. El portugués cambió todo. El Bayern comenzó a dudar por primera vez en todo el partido y el PSG olió la sangre. Fue Joao Neves el que redujo distancias tras un gran centro lateral. El mediocentro, también como revulsivo, en un rol inusual, pudo empatar minutos después con un cabezazo que rozó literalmente el poste. El Bayern, que pidió el final a gritos, aguantó milagrosamente y se fue con una sonrisa tras tres puntos claves en París.