Luis Daniel Córdova
Atlético Madrid volvió a confirmar que tiene un goleador de raza. Que se convirtió en ídolo a base de goles y que para sacarlo del Metropolitano habrá que poner más de 100 millones de euros. Lo de Julián Álvarez en el Atléti escapa los niveles de brillante y sorprendente. Es genial.
Dos goles y una asistencia para la goleada 4-1 del Atlético Madrid sobre Betis. Julián Alvarez llamado a marcar una época, certificado en un partido que era el último de la temporada en casa y, a la vez, punto y aparte (por el Mundial de Clubes que viene y se juega en junio) y punto y final (por las despedidas). Todo envuelto en Julián, y su brillo. El suyo es el camino a seguir. Como el del Atleti en su casa.
De entrada el Atleti se adueñó del balón, con algarabía en la grada, saltos, alegría, los silbidos por dejarse ir en la segunda vuelta hasta perderlo todo guardados en el bolsillo. Y cuando sacaron las manos fue para aplaudir. Porque tenía que ser él, Julián Alvarez. El jugador que llegó para en el anochecer de Griezmann para tomar su capa y testigo. Llamado a marcar una época. En su primer año lo ha demostrado. Rodearle adecuado debe ser el primer mandamiento y principal obligación este verano. Los demás a su altura. Los demás como él. En el minuto 10 habían salido de sus manos la celebración de la Araña tras brotar de sus pies uno de los mejores goles de falta de esta Liga. Desde 25 metros, con potencia y colocación, con un vuelo perfecto de la pelota a la escuadra. Fue un golazo. Es un jugadorazo.
El Betis estaba pero sin tensión. El Villarreal, además, marcaba pronto para hacerle pensar más en la final. Todo el fútbol pasaba a los pies de Adrián. “Vamos a enfrentar”, les gritaba Pellegrini en la pausa de hidratación a sus jugadores. Ajeno a la cámara, apuntando a la cabeza y el corazón. “Vamos a hacer nuestro juego”. Olvidar las protestas, los reproches y atacar, en una bronca tremenda. Pellegrini estaba en Polonia pero también aquí, en el Metropolitano. Su equipo regresó al partido menos plano y trotón. La bronca del técnico se notaba en las piernas. Otra marcha, una más. Su primera llegada al área de Oblak finalizaba con un despeje a córner de De Paul mientras la Araña se estrellaba con el palo tras una jugada made in argentina: maradoniana absoluta. Con Sorloth como referencia, brilla. Un Sorloth que se estrelló en el portero bético en un mano a mano mientras el Betis embotellaba pero Le Normand le quitaba el gas cuando el descanso asomaba: Le Normand remachó de cabeza un muy buen centro de Lino para dejar 2-0 al descanso un partido que podía ir 5-0.
El Betis que regresó del reposo lo hacía con Isco, Antony y el Cucho. Y de que al descanso el Villarreal perdía en Montjuïc… Otro partido empezaba. Ese en el que el Betis con sus cambios sí estaba, y creaba peligro. Oblak estrenó sus guantes tras una pared de Antony con el Cucho que acabó con un tiro cruzado por bajo del brasileño mientras el partido se paraba por la salud de un hincha en la grada. En ese momento que el Betis ya estaba mejor. Y lo siguió estando al volver del parón de 11 minutos. Lo subió Fornals al marcador con un golazo, rematando de tijera un centro picado de Lo Celso. Al Betis le empujaba Montjuïc, esa derrota del Villarreal. Al Atleti solo Julián le sacaría del frío. Siempre que aparecía ocurrían cosas, el peligro rondaba a Adrián entre quiebre de cinturas.
En el campo ya estaba Griezmann e hizo pared con Giuliano antes de asistirle para que rematara a puerta vacía. 3-1. Correa entraba bajo una ovación que sonó a despedida mientras ambos equipos se daban golpes. Pero en el partido aún habría otro y no fue un gol más. Era de Correa, quizá el último en el Metropolitano, con ese escudo que se besó. En ese descuento de 15 minutos por el parón en el que el Betis también tuvo un palo, pero se quedó sin la Champions, matemático. Un gol que contó su historia de diez años inolvidables en el Atleti. Pelea hasta llevársela y, cuando la tiene, picardía, giro cuando todos esperaban un disparo y disparo al final, Adrián tendido. El Metropolitano a sus pies. Goleó Atléti a ritmo de Julián, su héroe ya bautizado de ídolo.

Comparación en 26 partidos jugados entre Álvarez y Messi.