Luis Daniel Córdova
Tremendo escándalo se armó en España por la postura de Real Madrid, de no jugar la final de la Copa del Rey ante Barcelona, por la designación de los árbitros del compromiso. Desde muy temprano, el mundo del fútbol se centró en Madrid, se paralizó por la decisión merengue de buscar imponer su postura de cambios de árbitros.
«Yo sí voy a hablar de esos vídeos (los de Real Madrid Televisión criticando a los árbitros)…”. Y boom. La final de Copa saltó por los aires. El árbitro González Fuertes, responsable del VAR en el Clásico copero, iniciaba un contundente discurso contra los ataque recibidos por el colectivo arbitral con el que indignó al Real Madrid. “Las consecuencias son que cuando hablas de robo y palabras malsonantes, esa frustración que generas en el aficionado la pagan con el niño y la niña que cogen un silbato y tienen que pitar un partido infantil. Es la consecuencia de poner la diana en la cabeza de un compañero”, denunció el colegiado.
Sus polémicas acusaciones corrieron como un reguero de pólvora y llegaron hasta Valdebebas, donde el Madrid terminaba de ejercitarse antes de poner rumbo a Sevilla. Mientras, en el club se echaban las manos a la cabeza y empezaban a hacer visible su tremendo malestar. El Madrid tuvo claro desde el primer momento que las declaraciones de González Fuertes habían dinamitado la final y lo inhabilitaban para estar al frente de la sala VAR en la final de Copa. Así, la primera consecuencia del terremoto no se hizo esperar: el Madrid quería que la Federación tomase cartas en el asunto y cambiase al colegiado asturiano, al considerar que después de su intervención no podía tomar decisiones de una manera imparcial.
El árbitro de la final de Copa del Rey, De Burgos Bengoechea, rompió a llorar al recordar situaciones que está sufriendo él y su familia. El lío estaba servido. Porque el malestar inicial del Madrid y el deseo de un cambio en el equipo arbitral sólo era la punta del iceberg. El programa de los dos equipos en la previa de la final marcaba que el Barça comparecería ante los medios y se entrenaría en primer lugar. Después llegaría el turno del Madrid. Pero entonces la polémica terminó de estallar. El Madrid se plantaba: ni entrenamiento en La Cartuja, ni ruedas de prensa de Ancelotti y un jugador, ni presencia en ningún acto institucional relacionado con la final. Una decisión que llegó con el equipo ya en Sevilla y con la expedición a punto de salir rumbo al estadio. De hecho, algún jugador, como Lunin, llegó a salir del hotel para subirse al autobús.
Un cambio de planes de última hora que tuvo mucho que ver con una conversación telefónica entre Louzán, presidente de la RFEF, y José Ángel Sánchez, director general del Real Madrid, al filo de las 18.30 horas. La Federación se mantenía firme en su posición y no tenía intención alguna de cambiar el equipo arbitral, que era la condición del Real Madrid para desactivar su plante y que todo volviese a una relativa normalidad, porque en realidad la final ya estaba manchada. La guerra arbitral había reventado el Clásico copero.
En el Barcelona, que sí cumplió con su agenda prevista, y generó asombró la decisión merengue en la expedición culé, equipo y Directiva, que no esperaba que el conjunto blanco llegase al punto de cancelar todo su programa como medida de protesta por las palabras de González Fuertes.
“La gravedad de los hechos ocurridos en la rueda de prensa del equipo arbitral previo a la final de Copa ha provocado que el Real Madrid no se presente a ninguno de los actos oficiales de la Federación”, fue la primera explicación oficial que dio el club blanco a través de RMTV. Todo ello mientras el club terminaba de perfilar un durísimo comunicado con el que hacía público su tremendo enfado. “Estas manifestaciones realizadas de manera premeditada 24 horas antes contra uno de los participantes de la final, demuestran, una vez más, una clara y manifiesta animadversión y hostilidad de estos árbitros contra el Real Madrid”, rezaba parte del mismo. Una guerra abierta a la que se sumó Javier Tebas, presidente de LaLiga: “Esto no es fútbol, es control de poder”.
El siguiente capítulo blanco llegó con la amenaza de que el Madrid no se presentaría a la final. Incluso, se comentó la posibilidad de que el equipo blanco abandonase la concentración y regresase a Madrid a la espera de acontecimientos. Sin embargo, a las diez de la noche emitía un comunicado para asegurar que no se había planteado esta opción.
“Ante los rumores que han surgido en las últimas horas, el Real Madrid C. F. comunica que nuestro equipo nunca se ha planteado renunciar a jugar la final de mañana. El Real Madrid entiende que deben prevalecer los valores del fútbol, a pesar de la hostilidad y la animadversión que hoy han quedado de manifiesto, una vez más contra nuestro club, por parte de estos árbitros designados para la final”.
En conclusión, Madrid se salvó de una sanción de 3,000 a 12,000 euros, de perder el título de Copa del Rey por no presentarse, sin embargo, este galardón no se lo darían al Barcelona, sino que el cuadro culé hubiera disputado la final con Real Sociedad.