Luis Daniel Córdova
Real Madrid ganó 3-2 a Leganés con polémica arbitral del juez González Fuertes con exceso de vista y de gestos. Inventó el penal del 1-0 y la falta del 3-2. Es decir, no había pierde para Madrid que atacó a ratos y no defendió, con tres canteranos más Rüdiger, casi nunca. No cabe el atenuante del uso casi abusivo de suplentes, porque cuando llegaron los refuerzos casi nada mejoró. Mbappé, eso sí, metió dos goles, llegó a los 33 y empezó a mostrarse como crack a tiempo completo. Solo él permite mirar al futuro inmediato con cierto optimismo. Mbappé ya superó a Cristiano Ronaldo, con 33 dianas, sobre 30 del portugués, en el primer año con el Hala Madrid.
El italiano dejó en el banco a Tchouameni, Valverde, Rodrygo y Vinicius, los tres últimos con palizas transoceánicas en las piernas y las cabezas. Fue un once del Madrid tan imprudentemente pos-FIFA que se abrió incluso para Arda Güler, de trayectoria declinante de verano a primavera.
No hubo discusión sobre la pelota. Fue del Madrid siempre, aunque tardara en darle buen uso. Y es que las primeras noticias del choque fueron dos entradas, tijera y codazo, de Camavinga, que tiene un claro problema de incontinencia en una zona donde las amarillas las carga el diablo. Ese molesto tic no lo ha corregido aún Ancelotti y no se sabe si aún está a tiempo. Lo siguiente que quedó registrado fue disparo alto de Neyou, centrocampista de referencia de un Leganés que ofreció la versión más atrevida posible, con Juan Cruz, Dani Raba y Óscar, por detrás de un punta, Diego García.
La resistencia del Leganés se quebró de la peor manera posible. González Fuertes imagino una pena máxima en lo que no fue más que una pugna entre Óscar y Arda Güler. No llegó ni a penal y lo transformó al modo Panenka Mbappé, cuyos goles son hechos probados. La injusticia fue rápidamente reparada. Nada más sacar de centro, el Leganés tejió un contragolpe a cuatro, Juan Cruz, Rosier, Óscar, Diego García, al que este último puso punto final a puerta vacía.
El Leganés dobló la apuesta con un segundo gol, preparado por Rosier y Óscar, ante el que blandeó Asencio, y ejecutado por Dani Raba. Los matagigantes hacen fortuna de la insensata confianza ajena. Antes del descanso, a Mbappé se le fue el empate por dos veces en la misma jugada.
A partir de ahí Madrid hundió al Leganés en su área y empató a los dos minutos de la reanudación. Bellingham empezó y terminó una jugada que pasó por una parada de Dmitrovic y un segundo remate de Brahim que salvó Tapia y se columpió en el travesaño antes de volver al inglés. El gol, para el que se lo trabaja. Volvió a festejarlo el equipo sin medida y sin defensa: Diego García estuvo a nada de hacérselo pagar.
Todo en el Madrid comenzó a funcionar mejor, especialmente la voluntad, pero también Bellingham, los laterales, un Mbappé más participativo y Brahim, suplente de altísima fiabilidad que mandó un tiro raso al palo. El Leganés defendió más apaciblemente hasta que el imaginativo González Fuertes vio falta y tarjeta en un quite limpio de Tapia a Rodrygo al borde del área. Mbappé, con picardía, tras toque de Fran García, lo coló junto al palo izquierdo de Dmitrovic. Al Leganés no le dio para un tercer gol, aunque lo tuvo al alcance Munir, con un cabezazo franco que echó fuera. Madrid sumó 63 puntos, los mismo que Barcelona, con un partido menos y +33 de diferencia de gol.