Luis Daniel Córdova
Descomunal actuación de Dembélé con PSG. Fue doblete del ex delantero del Barcelona de España para superar al Brest en la ida del duelo clasificatorio a octavos de final de la Champions League.
El PSG de Luis Enrique es una trituradora ofensiva en el año 2025 y no hay equipo, de momento, que ni siquiera pueda inquietarle. El conjunto parisino extrapoló a Europa la dinastía interminable que ha instalado desde hace más de una década en Francia y no tuvo piedad del Brest, al que venció por 0-3, sentenciando la eliminatoria de playoffs de la Champions, en otro encuentro en el que Ousmane Dembélé se vistió de verdugo y alcanzó, con un doblete, los 23 goles entre todas las competiciones, una cifra jamás antes experimentada en su carrera y que refrenda que está, ahora mismo, sin miedo a afirmarlo, entre los mejores jugadores del mundo.
Precavido a pesar de un exacerbado favoritismo, a tenor de su superioridad en Francia, Luis Enrique salió con todo, a excepción de Kvaratskhelia, a una batalla que se había enrarecido en las horas previas del encuentro por el defectuoso estado del césped del Roudourou. El PSG hizo un primer tiempo redondo. Este equipo es infinitamente superior al resto de equipos del fútbol francés, y ni la Champions, que depara sorpresas inusitadas, no fue la excepción. Con un dominio de balón total, sin arriesgar en los primeros pases, los de Luis Enrique embotellaron al Brest, que solo persiguió sombras y se encontró, aun así, con un regalo de Donnarumma a Ajorque que milagrosamente se marchó desviado. Al italiano le aparecieron los tormentos del pasado en Europa, pero esta vez la moneda cayó de cara.
La lógica se impuso en Guingamp. El PSG, aprovechando una pérdida peligrosa de su rival, marcó el 0-1. Fue Vitinha el que transformó la pena máxima, precedida por un disparo de Dembélé, imparable ahora mismo, que tocó en la mano de Lees-Melou. El árbitro no peritó acción punible en primera instancia, pero acudió al VAR y rectificó su decisión.
En medio del dominio del PSG, el Brest, un equipo con una resiliencia encomiable, incapaz de rendirse, aunque todas las situaciones se vuelvan en su contra, inició su bombardeo aéreo en el que las segundas jugadas, otro día más, fueron un suplicio para los defensas parisinos. Sima, en un córner, estrelló en el palo una ocasión manifiesta para los bretones. Y Pacho titubeó en otro duelo con el delantero que, milagrosamente, acabó corrigiendo.
Dembélé, un obús incontenible, un goleador perenne, quién lo diría en 2024, que, ahora, por fin, tiene el hambre de una fiera que no se sacia con cualquier presa. Con la izquierda, al palo corto, el extremo, ahora de falso 9, silenció el Roudourou y rubricó su gol número 22 de la temporada, la más prolífica de su carrera.
El Brest se llevó un severo castigo, porque, a pesar de volver a inquietar el área de Donnarumma, obligando al italiano a intervenir providencialmente a otro disparo de Sima que tocó el poste, el PSG volvió a mostrar su exuberante nivel para sentenciar la eliminatoria, la más desigualada en muchos años en Europa. Antes del 0-3, a Doué le anularon un gol por un milimétrico fuera de juego de Barcola, que, a su vez, estrelló en Bizot incomprensiblemente un mano a mano.
Y apareció Dembélé. El francés podría ahora mismo marcar gol aun sin querer cuando antes no le entraban ni remates clamorosos. En otra irrupción estelar, ante un Brest que ya había claudicado, el delantero firmó su vigesimotercer tanto esta temporada, 18 en los últimos diez partidos. Ni el más optimista podía imaginar tales cifras cuando Mbappé dejo el club en junio. El PSG venció 0-3 y sentenció una eliminatoria que apenas tuvo igualdad desde el primer minuto.