Luis Daniel Córdova
Barcelona la pasó mal con Atalanta y Lamine Yamal lideró el buen accionar del juego azulgrana. Araújo fue clave para lo bueno y malo, mientras que Raphinha ofrece otro recital. Fue 2-2 para ubicarse segundo en la tabla general de Champions League y directo a octavos de final. Los de Bérgamo irán al Play offs.
En líneas generales fue un duelo complicado para los culés. Se aferró a un Lamine Yamal diferencial y a un Araújo tan peligroso en el área contraria, como en la propia.
Hansi Flick apostó por un once más que reconocible en el que la única novedad era el estreno de una nueva pareja de centrales: Araújo-Eric, lo que daba descanso a Cubarsí. El resto del equipo, el esperado con el asentamiento de De Jong como titular, que parece estar haciendo a Casadó la que le ha hecho Szczesny a Iñaki Peña.
Desde el primer minuto nos habían vendido que el Atalanta era un equipo ofensivo y de buen trato a la pelota que daba gusto verle y que el duelo sería un festival de goles. Lo que se encontraron los espectadores del encuentro fue un equipo que es el típico visitante molesto que llega a casa y que en vez de ofrecerse a recoger los platos cuando acaba el primer plato, es de esos que aprovecha que estás en la cocina para colarse en el dormitorio y empezar a abrir los cajones de la cómoda.
Ese tipo de invitado que te hace sentir extraño en tu propia casa y que hace que mires el reloj una y otra vez para ver si se marchan de una vez. De los que te arrinconan. Al Barça, lo arrinconaron a base de marcajes individuales que obligaron al equipo blaugrana a jugar la mayoría del tiempo cerca de su área y a tener que retrasar balones a su portero, que volvió a ser Szczesny. Un tipo que ante la presión no tiene problema alguno en tirar la pelota a córner como el que tira una colilla a la alcantarilla.
De la mano de los cambios el Barcelona estuvo cerca de marcar el tanto que le hubiera llevado a la primera plaza de esta fase . Pero el tanto no llegó, pero los blaugrana duermen tranquilos.